EL ENCANTO DEL HUAMINGAS
Mientras escuchaba la aguda voz de mi madre, haciendo llamado a las vacas: ¡Corra! Corra! ¡Corra!¡Corra!¡Corra!¡Toma sal!¡Toma sal!¡Toma sal! y el misterioso canto de las chicharras, yo estaba por las nubes imaginándome en un futuro, cumpliendo mi mayor sueño lleno de esfuerzo, lujos, amor y viajes. Por lo que, estando con los ojos cerrados ese sueño se hizo más profundo; todo estaba tranquilo y en calma, de pronto, escuché una voz pronunciando mi nombre, era un hombre alto, delgado y extraño con una manta larga color negro y ocultando su rostro se dirigía a mí, en el que metido dentro de unas flores hermosas me lanzaba señales de que lo siguiera; tuve un poco de miedo, pensé que era un demente pasando por el camino y lo ignoré porque aún seguía en mis pensamientos de ser una gran estrella, teniendo un bello futuro, luego de un rato me levanté de la hierba en la que estaba acostada y vi un blanco conejo que estaba conquistando tales flores, mi curiosidad y gusto por los conejos me llevo a ser la protagonista principal de ese jardín.
Entonces, cuando pise el jardín, sentí que estaba dentro de un cuento, el hermoso paraíso que encontré repleto de flores que expulsaban aromas incomparables, los paisajes con diferentes formas, los árboles parecían tocar su propia melodía y pequeños animalitos felices metidos en su propio mundo e incluso habían pedazos de oro en cada paso que daba; me impresioné mucho con tantas maravillas que, me senté a observar y después de estar largos minutos allí, me di cuenta que en el fondo había una roca con forma de un ángel, lo cual me produjo curiosidad y seguí adelante , al acercarme más, vi a ese hombre extraño bailando encima de la roca, me pregunté ¿Cómo habrá llegado a lo alto de esa roca? Y ¿Porqué está bailando? seguí con el camino y con más energía para encontrar las respuestas a mis preguntas , sin embargo, era tanto el camino que las energías se fueron desgastando, durante el camino me encontré con el conejo y por el cansancio descanse en compañía de él; cuando alcé la mirada el hombre extraño desapareció, la curiosidad aumento aún más; al llegar a la roca lo vi de nuevo pero en otra dirección , lo perseguí para poder ponerle fin a mi curiosidad, sin embargo, cada vez que llegaba a dónde se encontraba el hombre, desaparecía e inmediatamente aparecía en otro lugar, esto me fue asustando, por los que decidí regresar junto a mi mamá, además ya había pasado mucho tiempo dentro de ese paraíso, por tanto, empecé a correr y sentir la adrenalina con el viento fresco, el ruido de los animales y una bella vista verdosa. No obstante, ocurrió algo raro, pues, parecía que ya iba a llegar, pero el camino se hacía más largo, de hecho la salida del jardín se podía ver a lo lejos. El camino se hacía más largo mientras más caminaba, mi imaginación me decía que ello no tenía fin, de pronto el camino se dividió en muchos más, y la salida ya no estaba, esto me espantó demasiado y a la vez mi corazón empezó a latir más de lo normal, los recuerdos con mi familia y amigos inundaron mi mente, pensé que ya nunca volvería a verlos, a sentarme a charlar, a pasear, a jugar, a escuchar los consejos de parte de ellos , a no poder cumplir mis metas y con los ojos aguados continúe en busca de la salida sin encontrar resultados, dejando las huellas de mis lágrimas en el suelo, dando gritos de ayuda sin respuestas.
Inesperadamente, una voz preocupante mencionaba mi nombre, era la voz de mi madre, diciendo que despertará para irnos a casa. Finalmente, me desperté y me di cuenta de que me había quedado dormida en las faldas del cerro Huamingas, de inmediato la abracé atemorizada contándole lo que había soñado. Ella me comentó que era el encanto del cerro y es que así empieza la mágica biodiversidad de Frías. El cerro Huamingas y las leyendas de cada uno de los cerros se ha venido transmitiendo de generación en generación para no perder lo que nos representa como Frianos.
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